viernes, 1 de enero de 2010

LOS AMIGOS


En estos días de fraternidad, ha llegado a mis manos un hermoso poema de Vinicius de Moraes. Poeta, compositor e intérprete de canciones. Nació el 19 de octubre de 1913 en Río de Janeiro, Brasil. Nos abandonó el 9 de julio de 1980.

En mi opinión, mucha gente piensa que cuando se le dice a un amigo que se le quiere es por pura cortesía, o si es una amiga a un amigo que no se le puede querer limpiamente. Yo y muchos no lo verán así, como en este caso Vinicius, es por eso que al leerle me di cuenta que decía lo que yo pensaba y que se puede querer mucho a un amigo deseando estar junto a él sin necesidad de haber "nada" más. Aunque con el tiempo pueda llegar el amor o enamoramiento. Aquí lo dejo para que opinen si quieren y digan si estoy o no equivocada, aunque seguramente habrá diversidad de opiniones.... todo es del color del cristal.....
Aprovecho para desearles, hoy primer día del Nuevo Año, muchas... Felicidades!!!, amig@s

Tengo amigos que no saben cuanto son mis amigos.
Tengo amigos que no saben cuánto son mis amigos
No perciben el amor que les profeso y la absoluta
necesidad que tengo de ellos.
La amistad es un sentimiento más noble que el amor, es que permite que el objeto de ella se divida en otros afectos, en cuanto el amor tiene intrínseco los celos, que no admite la rivalidad.
Y yo podría soportar, sin embargo no sin dolor, que hubiesen muerto todos mis amores, mas enloquecería si muriesen todos mis amigos!
Hasta aquellos que no perciben cuando son mis amigos y cuanto mi vida depende de sus existencias...
A algunos de ellos no los frecuento, me basta saber que ellos existen.
Esta mera condición me llena de coraje para seguir enfrente de la vida.
Mas, porque no los frecuento con asiduidad no les puedo decir cuanto gusto de ellos.
Ellos no lo creerán.
Muchos de ellos están leyendo esta crónica y no saben que están incluidos en la sagrada relación de mis amigos.
Mas es delicioso que yo sepa y sienta que los adoro, aunque no se los diga y no los frecuente.
Y las veces, cuando los frecuento, noto que ellos no tienen
noción de cómo me son necesarios, de cómo son indispensables a mi
equilibrio vital, porque ellos hacen parte del mundo que yo, trémulamente,
construí y se tornaron en fundadores de mi encanto por la vida.
Si uno de ellos muriera, yo quedaría torcido para un lado.
Si todos ellos murieran, yo me desmoronaría.
Es por eso que, sin que ellos sepan, yo rezo por su vida.
Y me avergüenzo, porque esa súplica está, en síntesis, dirigida a mi bienestar.
Ella es, tal vez, fruto de mi egoísmo.
A veces, me sumerjo en pensamientos sobre alguno de ellos.
Cuando viajo y estoy delante de lugares maravillosos,
me cae alguna lágrima porque no están junto a mí, compartiendo aquel placer...
Si alguna cosa me consume y me envejece es que la rueda furiosa de la vida no me permite tener siempre a mi lado, habitando conmigo, andando conmigo, hablando conmigo, viviendo conmigo, a todos mis amigos, y, principalmente los que solo desconfían o tal vez nunca van a saber
que son mis amigos!
La gente no hace amigos, ¡los reconoce!

Vinicius de Moraes